InitiumNotes

Mejores que nunca

Y sí es tiempo de estar más fuertes que nunca, de sacar lo mejor que nuestra experiencia y coraje personal nos ha otorgado, como tesoro propio, en nuestra trayectoria.

Sin más retóricas es tiempo de resiliencia. De esa capacidad de encarar momentos complicados sin perder nuestra esencia, incluso (¿por qué no?) saliendo reforzados. Para ello,  los expertos inciden en estas claves:

Más apoyo se traduce en más resiliencia: la ayuda, el apoyo externo e interno son esenciales para continuar. Tenemos gente a nuestro alrededor que nos aprecia y con la que podemos contar, apoyémonos en ella.

Saber pedir ayuda. Es esencial para adaptarnos a la situación y establecer interacciones positivas con el entorno.

Optimismo. Estoy seguro de que todo saldrá bien. De que volveremos con más fuerza y capacidad. La confianza en uno mismo y la autoestima siempre suman.

Capacidad de mantener la calma. Sentido del humor. Nada de lo que haga saldrá mejor con precipitación y enfado. Seguir la sabiduría del dicho latino: Suaviter in modo, fortiter in re. (Suave en las formas, firme en el fondo)

Humildad para escuchar, para aprender, para cambiar, para persistir.

Humildad no es debilidad es fortaleza de carácter y signo de inteligencia.

Y sí juntos (aunque ahora con cierto espacio) somos más fuertes.

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"Enderezar tuertos"

Miguel de Unamuno (ahora puesto de actualidad por Amenábar y su más que interesante Mientras dure la guerra) , a quien le gustaba mucho epatar con su pasión por las paradojas, decía a propósito de Don Quijote, sobre el que escribió mucho, que la verdadera realidad del ingenioso hidalgo no eran los molinos de viento sobre los que le advertía infructuosamente Sancho, cuando emprendía batalla contra ellos, sino los gigantes, esos seres perversos, que quería combatir.

Efectivamente, la realidad en el ámbito laboral, también en el personal, son los hechos y las circunstancias materiales que nos acompañan pero ¿es esto una materia fija que nos determina? Decíamos hace unas semanas que ignorar la realidad es un ejercicio arriesgado, porque siempre nos pasará factura. Pero lo dicho es una cuestión que normalmente tiene que ver con no afrontar lo que debemos hacer y no con resignarse ante una realidad que no nos satisface.

He conocido a gente  llena de vitalismo y energía en medio de circunstancias muy complicadas y otros que con condiciones objetivas muy buenas se muestran abatidos.

La diferencia es que los primeros tenían un plan, “una visión ilusionante de su proyecto y de sí mismos” y los otros carecían de esta motivación. Y es que lo importante, lo que nos determina, no es lo que tenemos sino lo que somos, que es lo que nos lleva según Aristóteles a realizar “las acciones que nos son propias”.

 Nuestra especie ha demostrado durante milenios de evolución que es capaz de generar nuevas circunstancias concentrándose en qué puede cambiar y en qué medios debe emplear para hacerlo. Este camino lleva detrás: esfuerzo, pasión, ayuda, cooperación, reflexión, persistencia, también asumir que hay cosas que no podemos modificar, por lo tanto renuncia y una larga enumeración de valores y atributos que todos podemos ampliar.

Como decíamos al inicio, Don Miguel de Unamuno se inspiró mucho en ese hidalgo ,“amante de la caza y gran madrugador”, que vivía hastiado con su ama y sobrina y que, loco o no, decidió dar un giro radical a su vida (ironía y humor a parte) lanzándose al mundo y adquiriendo como “oficio y ejercicio enderezar tuertos y desfacer agravios”, enfrentándose a una realidad, la España ya decadente del del siglo XVII, de la que era notario su buen escudero (dando lugar a dos perspectivas geniales), pero que en ningún caso frenó al de la Triste figura en su determinación. También el escritor vasco se enfrentó a lo largo de su vida con gran determinación contra muchos “gigantes”. Su única guía fue el conocimiento y el análisis y juicio crítico de una realidad que intentó mejorar hasta su último aliento, precisamente poco después de iniciarse la guerra en 1936.

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Canal de Isabel II, Embalse de Manzanares el Real (torre de toma)

¡Algo huele a podrido en Dinamarca!

¡Algo huele a podrido en Dinamarca! La frase aparece en la universal tragedia de Shakespeare, Hamblet, aunque no la pronuncia él sino Marcelo, uno de sus criados.

La metáfora viene a plasmar el estado de descomposición que  estaba viviendo la corona danesa por la corrupción del tío del protagonista, pero no es de Shakespeare de quien quería hablar esta semana sino de Cervantes y tampoco de Hamblet sino del Quijote, aunque sí de ambiente, de ahí lo del olor, pero no literalmente. En fin, haremos caso a Gracian y a su “hase de hablar como en testamento, que a menos palabras, menos pleito” y comenzaré diciendo que de lo que quiero hablar es de ambiente laboral.

Precisamente el humor y la ironía, creativa, de cuyo uso Cervantes era maestro y dio sobrada prueba de ello en su Ingenioso hidalgo, son dos herramientas esenciales para generar ese buen clima tan necesario en el entorno laboral. Y más si lo unimos a la tan denostada y nunca bien ponderada cordialidad, que tan poco cuesta y tanto da. No conozco empresa en que la gravedad y la severidad continua sean acicates del rendimiento y la motivación, mas bien al contrario es el ambiente ilusionante y de confianza el que hace aflorar la responsabilidad y el compromiso de las personas en las organizaciones.

El área de la psicología laboral está adquiriendo mucha importancia en las empresas porque de media pasamos un tercio del día en el trabajo. Por fortuna, la investigación en este área ha permitido poner nombre a las diversas situaciones que pueden desencadenarse en este entorno, y que antes se despachaban con el archinombrado “stress”.

La empresa de Recursos Humanos Randstand destaca los siguientes:

Síndrome de burnout: se trata de un desgaste físico y emocional que se origina cuando una persona se ve superada por su ritmo laboral. Su principal consecuencia es un agotamiento que impide al profesional desarrollar un rendimiento adecuado, bloquea sus capacidades y su motivación.

Síndrome del impostor: se desarrolla cuando una persona siente que sus logros no son merecidos y son fruto de la suerte o la casualidad y no de su trabajo, dedicación ni constancia. Es un sentimiento de inferioridad, un problema de autoestima en el que la persona no es capaz de reconocer su valía.

Síndrome del estancamiento laboral: lo padecen aquellos profesionales que sienten que su carrera no evoluciona y pierden la motivación, un sentimiento que repercute en su vida personal y que queda reflejado en su productividad.

Además de los citados, ante estos males se apuntan algunos remedios: un modelo de organización horizontal que supone cambiar la mentalidad respecto a los tradicionales modelos unidireccionales verticales, optando en su lugar por un sistema de cooperación y unidad en el que todas las voces cuentan. Estos modelos permiten una mayor autonomía que fomenta la motivación y el sentimiento de pertenencia.

Más GeFes y menos jefes: el GeFe, en comparación con un líder tradicional, ejerce su liderazgo de forma más cercana: conoce quiénes son los miembros de su equipo de trabajo, les escucha día a día, les muestra su confianza y se centra en ayudarles a mejorar y crecer para aumentar la capacidad productiva de la empresa.

Los empleados son un pilar indiscutible para que la empresa alcance los resultados esperados. Por lo tanto se busca potenciar sus virtudes para alcanzar dicho objetivo.

Y llegados a este punto se preguntarán ¿Cervantes y el Quijote dónde quedan en esta historia.? Pues guarden un rato a la semana y sumérjanse en una buena edición de esta maravilla. Humor, ironía y actualidad para superar los muchos males de una sociedad en descomposición, la España del siglo XVII, con el fino brillo de la inteligencia cervantina, no es poca cosa y ¿para Shakespeare? también guarden un rato, claro.

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Aprender a aprender

La gestión de las personas en la empresa ha cambiado en las últimas décadas. Al igual que el papel del docente en el aula ya no solo se limita a ser un mero instructor de conocimiento para que los alumnos lo absorban y lo repitan como Papagayos, sino que está más enfocado a la adquisición de contenidos, habilidades y actitudes, la empresa ya no es solo un lugar donde los trabajadores rinden sin otro propósito, o al menos no debería serlo si, dicha organización, quiere sobrevivir con éxito en la economía actual.

Los centros de trabajo y sus líderes deben estimular también a las personas a su cargo para dominar y adquirir nuevas habilidades, no exclusivamente a desempeñar un trabajo repetitivo ligado al rendimiento inmediato. Esta finalidad se denomina en Educación Aprender a Aprender. Esta característica no es un extra que la empresa ofrezca, es una cuestión de supervivencia y estrategia. Este proceso tiene varias fases que Pelegrina y Gallardo (2004) también vinculan a la Educación:

Comunicación: las empresas deben tener mecanismos para proporcionar altos niveles de comunicación: razonar, dar explicaciones, pedir opinión, escuchar y modificar conductas si es necesario.

Exigencia de madurez: este concepto consiste en animar a desempeñar al máximo las posibilidades de la gente. La actitud contraria a la exigencia de madurez es subestimar a las personas, no ofrecerles ni tu confianza, ni tu apoyo.

Afecto en la relación: este último punto consiste en mostrar interés sincero y afecto explícito e incluso orgullo y alegría por los logros conseguidos.

Este proceso tiene también influencia directa en la concepción de la autoestima (Fredy Kofman) para que esta sea en el nivel de proceso y no en el de producto. En el nivel de proceso yo soy “mis intenciones” y “mi conducta” no solo soy “mis resultados”, como sucede en la basada en el nivel de producto.

En definitiva, se trata de gestionar con inteligencia y madurez. Dado que el contexto social y económico es diferente, los valores que se aplican  a la empresa y a las personas que trabajan en ella (la cultura empresarial) también deben serlo.

Hace más de 400 años un genio adelantado a su tiempo clamaba por la necesidad de todo espíritu de no estancarse, de evolucionar y seguir avanzando. Se llamaba Miguel de Cervantes: “No ames lo que eres, sino lo que puedas llegar a ser”.

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Aquí y ahora

Este día tan señalado no os voy a hablar de amor, aunque al final lo envuelto todo, sino del tiempo. La escritora italiana Andrea Marcolongo ha escrito La Lengua de los Dioses, un librito breve y extraordinario en el que reflexiona sobre muchos aspectos de la Antigua Grecia, pero se detiene especialmente en la concepción que esta civilización, de cuyos principios nos seguimos nutriendo, tenía del tiempo. No manejaban esta idea lineal que tanto nos esclaviza a nosotros. Más que el Cuándo lo importante en la forma de expresare y de concebir el mundo, y la existencia humana lo hace a través del lenguaje, era el Cómo.  Sus verbos no se conjugaban en tiempos presentes, pasados y futuros como nos sucede a nosotros sino que era el Tema de Aspecto lo esencial. Eran periodos marcadas, en general, por el final de un inicio y el inicio de un final. De esta forma ponían más el foco en la verdadera naturaleza de sus sentimientos y acciones. Y en concreto de la conciencia de su estado respecto a dichas acciones. No es un asunto meramente lingüístico sino que afecta a nuestra vida diaria. Y es que concentrarnos en cómo estamos y en cómo está la acción que queremos acometer es precisamente a lo que invita a detenernos hoy en día la psicología cognitiva, para potenciar la conciencia.

Esta concepción griega influía en el calendario que no era fijo. Meses del mismo nombre podían pertenecer en distintas ciudades a diferentes épocas del año.

Si aplicamos esta reflexión al ámbito laboral de hoy en día es evidente que todos nos atamos, quizá demasiado, a nuestra línea temporal dejando de lado el verdadero estado de las cosas. A este respecto, el psicólogo canadiense Jordan Peterson, del que ya hemos hablado en alguna ocasión, insiste en ese anclaje que debemos tener con nuestro entorno para afrontarlo. Y es que refugiarnos o excusarnos en el tiempo, o el porvenir, puede tener nefastas consecuencias: “La realidad ignorada se transforma, se revierte, en la gran diosa del caos (…) Si no se examina la distancia entre aspiraciones y realidad, no hará mas que ensancharse, y caerás en ella. La realidad ignorada se manifiesta en un abismo de confusión y sufrimiento”.

La concepción a la que se refiere Marcolongo de los antiguos griegos no les garantizaba la felicidad y el amor eterno, pero sí tenían la predisposición a afrontar estas ideas con total precisión. Por cierto no celebraban el día de San Valentín, aunque de amor sabían un rato.

Por qué

Esta semana, el pobrecito hablador pone el foco en el desempeño profesional como una parte más de nuestro proyecto de vida. Según estudios de la ANFAP (La Asociación Nacional  para la Formación y Asesoramiento de los Profesionales), la mayoría de nosotros en el trabajo nos enfocamos en el “Qué” y en el “Cómo”, pero poco, o muy poco, en el “Por qué” de lo que hacemos y nuestras conductas. Desde luego que el hacer, el hábito profesional, es imprescindible para desarrollarnos. La acción es la que nos lleva hacia donde nos queremos dirigir o desde el punto de vista aristotélico hacia lo que “debemos ser”.

El filósofo de la antigua Grecia en su Ética establecía “ordenar los actos hacia el máximo bien”, que para él era la felicidad, entendida como un bien absoluto. Cuando las acciones y los principios son buenos en sí mismos, o de forma intrínseca, no están relacionados con un reconocimiento externo. “El hombre feliz vive bien y obra bien” sin que sus actos se fundamenten en el reconocimiento de terceros. Pero el pobrecito hablador quiere volver al «por qué» mencionado anteriormente: indagar sobre las razones de nuestra acción, nos llevará a las causas y dicha explicación (que nos damos a nosotros mismos) a ser conscientes de la realidad en la que desempeñamos nuestra labor. En este punto, el teórico Jonh Whitmore (autor de cabecera de los coahes) habla del modelo GROW,  que significa crecer en inglés, pero aquí es acrónimo de los siguientes conceptos: Goal (meta), en este punto se trata de convertir un problema en un objetivo, qué quieres, una vez establecido, se hace imprescindible conocer la Reality o realidad, las preguntas en ese capítulo son ¿dónde estamos?, ¿qué necesitamos para alcanzar el objetivo? ; a continuación aparecen las Options, ¿qué opciones tenemos para alcanzar la meta? y por último Will (Voluntad), ¿cuál es el plan de acción? De nuevo aparece la acción (aristotélica), pero en esta ocasión guiada por la reflexión (por la conciencia).

Con este razonamiento, lo que pretende el pobrecito hablador es que sigamos construyéndonos a nosotros mismos día a día, evaluando nuestras acciones y objetivos, generando así un proyecto de vida ilusionante, sin caer en conductas automáticas.

Nos deja también para el final esta elaborada concatenación:

Eres el deseo que te impulsa, tal como es tu deseo es tu voluntad, tal como es tu voluntad son tus actos, tal como son tus actos es tu destino.

P.H.

Paisaje III

Creciendo con las dificultades

La adversidad, el conflicto, el problema, la dificultad…(se podría seguir), son sustantivos que pertenecen al mismo paradigma de significado, cada uno con sus matices. En las organizaciones, en nuestro trabajo y en nuestra vida aparecen, son inevitables, otro día reflexionaremos sobre si es bueno o no que estén ahí para nuestro desarrollo personal, pero a este “pobrecito hablador” (saludos al gran Larra) le interesa hoy detenerse en cuál es nuestra respuesta cuando aparecen.

En psicología se llama resiliencia a la capacidad del ser humano para superar circunstancias adversas o perturbadoras y salir reforzados de ello. Encontramos una iluminadora precisión en el campo de la física, donde este concepto se emplea referido a los cuerpos que tienen la capacidad de recuperar su estado inicial, al cesar la perturbación a la que han sido sometidos y por terminar con la etimología: la palabra deriva del verbo latino resilio que significa replegarse, saltar hacia atrás o rebotar. En todas ellas se encuentran recovecos interesantes de este concepto; pero volvamos a la psicología (Rutter, 1993) y empecemos por el principio: cuando nos enfrentamos a uno de esos obstáculos con los que hemos edificado al inicio el muro de la adversidad, normalmente actuamos de dos maneras: la primera es el abatimiento o abandono y la segunda es insistir. Si nos decantamos por esta última opción (que es la aconsejable),  la primera consigna es la tranquilidad, haga lo que haga estaré tranquilo, ¿me sirve de algo actuar furioso? Esperaré por tanto a relajarme antes de decidir; la segunda es replantear el problema, ¿qué ha fallado? ¿Por qué? ¿Qué aspectos hay que mejorar?; la tercera, buscar ayuda y por último adaptar el planteamiento con los nuevos datos obtenidos en el proceso anterior y si vuelve a fallar empezar desde el inicio: prueba-error. Esta capacidad de insistir, centrándonos en la actividad de cada fase, finaliza casi siempre en la resolución del problema, pero si por circunstancias no se lograra, lo que es seguro es que nosotros habremos mejorado en el camino. Así que como ya promulgaban los estoicos:  ¡bienvenidas sean la dificultades, porque te harán más fuerte!

Verse uno mismo

Antes incluso de que “nuestro” Lázaro de Tormes conociera a su primer amo, el “sagacísimo ciego”, hacía una reflexión cuando hablaba de su hermanastro, que de niño huía y se asustaba cuando veía a su padre porque éste era de piel negra, sin recaer que él también lo era. “Cuantos por no verse a sí mismos huyen de los demás”, reflexionaba entonces nuestro universal pícaro. Es uno de los muchos resquicios por los que se vislumbra el tono crítico con que el autor, a día de hoy todavía desconocido, de esta obra universal se despachaba con una sociedad, la del siglo XVI en España, que estaba más pendiente de las apariencias y falsas glorias que de afrontar con seriedad los muchos problemas que ya le acuciaban. Aunque hayan pasado más de 400 años, muchas de las cuestiones que plantea esta obra (que pudo salir según estudios literarios de la mano de un secretario de Carlos V de pensamiento erasmista, Alfonso Valdés) siguen de actualidad.

Esta reflexión del que naciera, en el mismo Tormes, tiene más miga de la que aparenta su tono humorístico. Y es que tendemos rápidamente los de nuestra especie a fijarnos en los defectos de los demás, pero no solemos ser tan rigorosos cuando giramos la vista hacia nosotros mismos. Ya hemos hablado en otras ocasiones en este initiumnotes de que el ser humano “ha llegado tan lejos” por su capacidad de cooperar con los demás ( Sapiens de Yuvai Noah Harari), es decir, de desarrollarse en sociedad, pero la iniciativa que lleva a dicha cooperación es individual o dicho de otro modo, la voluntad que nos impulsa a querer mejorar y progresar está en cada uno de nosotros por separado. Y no se debe dejar de lado ese potencial individual que, a mi juicio, debe ser cuidado y sometido, por qué no, a control, evaluación y a halago, por su puesto, cuando corresponda.

Otro filósofo, (quizás más instruido que el que se viera satisfecho como pregonador de vinos en Toledo) el escocés Adam Smith (1723-1790) hablaría de la necesidad de la libertad individual para conectar ( a través del emprendimiento) con los deseos e intereses de otros individuos en sociedad. Una relación individuo-sociedad que hace compatible ambas entidades sin que ninguna aplaste a la otra. Al margen de ideologías sí parece razonable pensar que el individuo en nuestros días necesita su espacio de libertad en un marco social regulado, obviamente. No es tiempo de abandonarnos en el colectivo sino de ser exigentes con nosotros mismos para precisamente mejorarnos a todos como organización.

Una forma de hacerlo, como muchas otras, y de pasar unas horas muy agradables es releer lo que el Lazarillo tiene que contar a “vuestra merced”.

Camino

Una visión ilusionante

Existe el consenso de que estamos viviendo un tiempo de especial complejidad: de cambio, de transformación -si es que no todos lo son- y asociado a este hecho es recurrente analizar el término, zona de confort. Si atendemos estrictamente a su definición, es un lugar de bienestar y comodidad material, pero en psicología la cuestión es más compleja, tanto en nuestra vida personal como laboral. La pregunta es sencilla: si confort es comodidad y bienestar ¿por qué hay necesidad de salir de dicha posición o statu quo?

Entre otros autores, el cirujano neuronal y divulgador,Mario Alonso Puig, para dar respuesta a esta pregunta, asegura que cuanto más complejo sea el entorno, cuanto más incierto el contexto, más importante es que demos el paso decisivo de abandonar ese estado de condiciones.  Y es que cuando, por necesidad, o porque hay algo que nos inspira, la vida nos saca de ese lugar de letargo sin pedir permiso y nos arroja ante un mundo desconocido y caótico, lo habitual es que nos sintamos empequeñecidos -porque no conocemos nuestra grandeza- y comencemos a escuchar, en nuestra cabeza, una perniciosa vocecilla: “no hay salida, «no eres capaz”, “no mereces ser feliz”, “no hagas nada”, “no te atrevas”, nos dice machaconamente. Unos mensajes que, desgraciadamente, se adueñan de nosotros.

El propio Alonso Puig asegura que con ensayos de neurociencia se ha demostrado que cuando nos hablamos de ese modo, el cerebro se llena de glutamato y la sangre de cortisol. Estas sustancias propician  muerte neuronal: que pensemos con poca claridad, que tomemos malas decisiones y nos volvamos irascibles o nos bloqueemos; además paraliza el sistema digestivo, lo que conlleva úlceras, aumento de acidez y bloqueo del sistema de defensa del cuerpo. Sin embargo, cuando un ser humano ante la incertidumbre, en lugar de arrugarse dice sí al desafío y, a pesar del miedo y la oscuridad, cree que hay algo hermoso en algún lugar y lo va a encontrar, desde ese momento aparecen nuevas conexiones neuronales por lo que comenzamos a compartir más información, nos volvemos más inteligentes, segregamos dopamina, una hormona que nos hace sentir confiados, aprendemos más deprisa y aumenta el riego sanguíneo del área prefrontal del cerebro. El resultado es que piensas con más claridad y te vuelves más creativo,  porque ves más. Así, poquito a poco, preguntándonos primero cuál es el paso más pequeño que nos atrevemos a dar, entramos en la zona del coraje, del valor y es entonces cuando afloran nuestros talentos, se despiertan energías dormidas y descubrimos la grandeza que hay dentro de nosotros.

Cuanto más complejo sea el entorno más importante es que creemos una visión ilusionante de nuestra vida y es que la forma en como ves el futuro determina como vivimos el presente.  Parece claro que el camino para progresar es aceptar los riesgos, que es donde crecemos y evolucionamos, y decir sí a los desafíos, a pesar del dolor y la confusión, y tener siempre una visión de grandeza y plenitud de nuestra vida.

“Haced de vuestra vida un ejemplo de grandeza”, concluye Mario Alonso Puig.

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Ver al otro

Daniel Goleman es un psicólogo estadounidense internacionalmente conocido por sus estudios sobre la inteligencia emocional. Goleman hace hincapié en un término crucial para la integración social y por ende para cualquier organización, la compasión, idóneo para hablar de él en estas fechas.

La compasión, la capacidad de conectar con la otra persona, con sus sentimientos, con su estado de ánimo o necesidades, es, según Goleman, lo que nos separa de las “personas maquiavélicas o psicópatas”, quienes desconectan completamente esta parte del cerebro que tiene que ver con el padecimiento del otro.

Según estudios recientes de neurociencia, nuestra mente está capacitada para conectar automáticamente con el otro y su reacción por defecto es ayudar. Ante determinadas situaciones de riesgo para el otro, se activan en nuestra mente las mismas partes del cerebro que conforman su preocupación ¿Por qué entonces teniendo tantas oportunidades de ayudar a los demás no lo hacemos más o lo hacemos unas veces sí y otras no?

Goleman considera que esto ocurre, porque ponemos el foco en la dirección equivocada. Normalmente estamos absortos en nosotros mismos, en nuestros problemas. De hecho gran parte del día estamos preocupados por lo que nos afecta. Esta dimensión egocéntrica provoca que nos hagamos insensibles al otro y no prestemos atención a sus preocupaciones, aunque las tengamos literalmente delante de nuestras narices. Este posicionamiento psicológico le podemos detectar, por ejemplo cuando una persona no para de hablar de sí misma en una reunión o encuentro, nunca nos pregunta por nosotros, por cómo estamos o cuál es nuestro punto de vista. De ahí que cuando alguien sí tiene esa capacidad, y la pone en práctica, nos sintamos muy a gusto con con dicha persona.

Esta diferencia entre centrarse en uno mismo o en el otro puede ser muy sutil, por ejemplo cuando hacemos una donación ¿nos sentimos bien por narcisismo, por pensar en qué bien que hemos hecho en dar dinero para una causa o es una alegría altruista que nos hace pensar en cómo ha mejorado la vida o condiciones de a quien hemos ayudado? En este segundo caso, a diferencia del primero, el foco está en el otro y no en nosotros.

Goleman nos propone este cambio de mentalidad y dejar espacio en nosotros para los demás. Una reflexión que también se extiende al campo del consumo responsable (Eso será para otra ocasión). Ejercitar la compasión no solo nos hará mejor persona, sino también mejor sociedad. Feliz Navidad.

Historia del silencio

Historia del silencio de Alain Corbin ha sido considerado el mejor libro de ensayo de 2019. En él se describe la importancia del silencio en nuestra época.  Y se hace destacando el silencio como base  en una sociedad cuajada de estímulos que nos genera verdaderos problemas de concentración. Tanto en nuestro día a día como en los centros de trabajo, una de las principales dificultades que señalan los expertos en psicología del comportamiento es la dispersión, causada por esta complejidad, e ingente cantidad, de estímulos a la que estamos sometidos en la sociedad de la información que invaden nuestra vida personal, social y laboral.

Es por tanto esencial que busquemos y encontremos espacios de silencio desde los que lograr centrar, concentrar y dirigir lo importante. Primero nos servirá para decidir qué prioridades establecemos hacia las que dirigirnos y después para discriminar todo aquello que está generando ruido innecesario en nuestro entorno y nos impide adquirir esa extraordinaria herramienta que es la concentración y poder estar inmersos en los temas centrales, que decidamos,en cada momento. La actividad productiva de cualquier ámbito de nuestra vida tiene una intencionalidad, un objetivo, una planificación y una realización. En este proceso nuestra capacidad de concentración va a determinar el rendimiento adecuado de nuestras acciones. Por todo ello bienvenido sea el silencio para ayudarnos a romperlo después con todo el control de nuestra mente.

 

 

La distancia necesaria

Sin duda, la empatía es una cualidad imprescindible para el desarrollo personal y social.

La empatía implica la toma de conciencia de los sentimientos, necesidades y preocupaciones de otros, e incluso la comprensión de las situaciones físicas y psíquicas por las que atraviesa otra persona. Sin embargo, esta cualidad debe estar en equilibrio con otra igualmente importante para el bienestar emocional: la asertividad. Ésta se define como la capacidad aprendida del ser humano para defenderse a sí mismo teniendo en cuenta a los demás.

La persona asertiva confía en sí misma, se responsabiliza de sus emociones, opiniones y comportamientos, y de la misma manera acepta el derecho a autoafirmarse de los demás. Es un síntoma de madurez intelectual y emocional. En este sentido es esencial poner límites en las relaciones sociales haciendo uso de la comunicación asertiva. Por ejemplo, aprendiendo a decir “no” desde el respeto al otro. Y es que, en ocasiones, el exceso de empatía puede conllevar demasiada sensibilidad que nos genere un estado emocional que a su vez nos impida establecer la distancia necesaria y saludable entre el malestar de los demás y el nuestro.

El poder de la escucha

“Una persona que escucha es al mismo tiempo tu colaborador y tu oponente. Una persona que escucha somete a examen lo que dices (y lo que piensas) sin necesidad de pronunciar una sola palabra…Es la llave que abre todo el proceso, dos personas contándose la verdad y escuchándose”. Con estas reflexiones el psicólogo Jordan B.Peterson introduce el tema de la escucha y la conversación transformadora en su libro 12 reglas para vivir

Carl Rogers psicoterapeuta, asegura por su parte que “la mayoría de nosotros no sabe escuchar, nos vemos obligados a evaluar, porque escuchar es muy peligroso. En primer lugar hace falta valentía y no siempre la tenemos”. Rogers sabía que escuchar podía transformar a la gente.

Si en lugar de estar solo pendiente de lo que tu quieres decir escuchas sin prejuicios, la gente tenderá a contarte todo lo que piensa, con muy pocas mentiras.

Para Peterson “lo más nocivo que puede suceder es que haya una conversación en la que ninguno de los hablantes escucha en absoluto al otro. Cada uno utiliza el tiempo que emplea la otra persona en hablar para rebuscar lo que va a decir a continuación. Al esperar con ansia su turno para volver a intervenir, no ha escuchado. Los participantes intentan conseguir que su punto de vista se alce con la victoria, lo que se denomina conversación de dominación o jerarquía”.

Por el contrario, están las conversaciones en las que se escucha. A estas últimas, Peterson las denomina de “exploración mutua” y “requieren una verdadera reciprocidad por parte de los que escuchan y hablan y permite a todos los participantes expresar y organizar sus pensamientos. Esta conversación tiene un tema generalmente complejo, que interesa realmente a los participantes. Todos ellos intentan resolverlo, en vez de insistir en la validez apriorística de sus respectivas posturas. Todos ellos actúan a partir de la premisa de que tienen algo que aprender. Este tipo de conversación constituye una filosofía activa, la forma más elevada de pensamiento y la mejor preparación para una verdadera vida”.

 

Paisaje pensamiento

Una hoja en blanco

¿Cómo surge la creatividad? ¿Se puede trabajar? ¿Qué papel juega en nuestras vidas? Son preguntas que afectan a uno de los conceptos que nos han acompañado, y permitido nuestra supervivencia, como especie desde los inicios de la humanidad.

Previo a la creatividad se debe hablar de otro concepto más esencial para nosotros: la cooperación. Es precisamente esa capacidad de relacionar y compartir problemas e inquietudes con los otros la que permite nuestro progreso. Esa ayuda mutua o colaboración que nos prestamos unos a otros nos ha ido facilitando, a diferencia de otras especies, salvar muchos obstáculos y realizar progresos a lo largo de los milenios. En este contexto, la creatividad es la aportación individual que hacemos al conjunto para que sirva a la cooperación.

Volviendo a la creatividad, si nos fijamos en su estricta definición podemos hablar de la facultad de crear “algo de la nada”, de “introducir algo por primera vez, hacerlo nacer o hacerlo surgir”. El elemento esencial es la construcción, pero desde un planteamiento consciente y conocedor de la materia con la que estamos creando. Marcel Proust hablaba «no de buscar nuevos paisajes sino de mirar con nuevos ojos”. Los psicólogos se refieren a este concepto como la “habilidad de imaginar y crear  nuevas posibilidades”. Luis de Rivera o Arne Dietrich coinciden en que la creatividad es una capacidad con la que todos estamos equipados de serie, porque ha sido esencial en nuestro desarrollo como especie, pero hay que tener la actitud adecuada para que aflore. Para ser creativos, aseguran estos expertos, es necesario conocer la materia sobre la que estamos trabajando, pero más imprescindible aun es mirarnos a nosotros mismos, pensar en nosotros mismos, de este modo la serenidad y la conciencia plena de nuestras vivencias, nos permitirán aguzar esa mirada original de la realidad y deshacernos de los esquemas prefijados.

La tendencia de nuestra época actual, a estar siempre conectados y con la atención dispersa en muchos estímulos, merma en gran medida la creatividad. Por eso en los momentos en que estamos aburridos o tras un descanso se nos ocurren en ocasiones las mejores ideas. De este concepto de “plasticidad cerebral” o “innovación neuronal” ya hablaba Ramón y Cajal. Es un mecanismo que se pone en marcha también cuando aprendemos algo nuevo. Ser capaces de liberarnos de dogmas y prejuicios es otra de las disposiciones psicológicas que son esenciales para fomentar la creatividad. Es por esta circunstancia que los niños son más creativos respecto a los adultos, provistos por los años de más esquemas establecidos. En definitiva, la creatividad es una nueva oportunidad que le damos a todo lo que conocemos.

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Sencillo pero grande

Hay valores tradicionales que por su sencillez a veces damos por sentados, pero es precisamente en esta precisión donde cobran su valor. El entrenador de tenis Toni Nadal, que cuenta entre sus méritos haber contribuido a que Rafael Nadal, su sobrino, se haya convertido en uno de los mejores jugadores de tenis de todos los tiempos, incide en ellos:

“En cualquier ámbito de la vida es muy difícil mejorar si uno no tiene una alta motivación por lo que hace. Pero yo entiendo que la motivación viene dada sobre todo por la pasión por lo que haces y por un sentido de responsabilidad y agradecimiento a la vida. Si uno tiene ilusión por las cosas, es mucho más difícil perder la motivación”.

Ilusión y pasión como ejes de la motivación, eso sí con algo tan elemental como el esfuerzo:

“marcarse un objetivo y estar dispuesto a hacer lo necesario para alcanzarlo. Y tanto en un ámbito como en otro, entiendo que la reflexión es primordial. Poner ilusión en lo que uno hace, marcarse objetivos y tener confianza en uno mismo”.

Y al esfuerzo se le une otra clave, la responsabilidad y el deber:

Las cosas en la vida no son tan difíciles si uno hace lo que debe y todos sabemos lo que debemos hacer. Es probable que la mayoría no llegue a número uno en lo que hace, pero sí que se puede conseguir la satisfacción personal y eso es impagable”.

Lo dicho sencillo, pero muy grande.

El éxito del fracaso

Éxito, resultados, propósitos, errores… son conceptos en los que todos estamos implicados en nuestro quehacer diario en cualquier faceta de la vida. ¿Hay alguna fórmula adecuada para el éxito, para conseguir los resultados que nos proponemos? A esta pregunta intenta responder el economista británico Tim Harford en su libro:

Adáptate: ¿Por qué el éxito empieza siempre con el fracaso?

Con este sugerente título que encierra una hermosa paradoja, éxito-fracaso, Harford desarrolla una teoría para mejorar a través de la experimentación y gracias a los errores que todos cometemos. Lo interesante de este libro, entre otras cosas, es cómo el error nos sirve de acicate para reaccionar y enmendar el rumbo en el sentido más eficaz.

Por lo tanto, las malas experiencias no deben hacernos perder fuerza, muy al contrario podemos convertirlas en herramientas muy útiles para en alcanzar nuestros propósitos y crecer.

Para Harford, la clave es saber cuándo te has equivocado o cuándo algo no está marchando bien y que tu ego te deje reconocerlo.

A partir de ahí hay que reaccionar, estableciendo un nuevo plan de acción que se debe testar. Es importante en ese punto saber pedir ayuda para asegurar la mejora de este plan.

Estos son en resumen algunos de los principios que Harford establece en este libro:

  • Se deben mantener numerosos experimentos al mismo tiempo para estar abiertos a muchas posibilidades y oportunidades. Y es que “la evolución es más inteligente que tú». Cuando anticipamos conclusiones sobre cómo sería determinada solución podemos encontrarnos con consecuencias desagradables. En un mundo incierto necesitamos más de un plan.
  • Cada experimento debe ser de tamaño limitado para que cada fracaso no te hunda. Al intentar algo nuevo, hay que hacerlo a una escala que sobreviva al fracaso.
  • El método de ensayo-error es un proceso muy efectivo de resolución de problemas en un mundo complejo. Se deben introducir formas que permitan medir lo que funciona y lo que no funciona.
  • «No hay plan que sobreviva al primer contacto con el enemigo». Lo importante es la rapidez con la que seamos capaces de adaptarnos.
  • El mundo recompensa cada vez más a quienes se adaptan rápidamente a las circunstancias concretas. Todos necesitamos un crítico y, para la mayoría de nosotros, el crítico interior no es lo suficientemente sincero.
Duero

Ilusión

¿Cuál es nuestra mentalidad ante los desafíos que debemos afrontar en nuestro día a día, sea en el ámbito laboral o personal? ¿Cómo encaramos la necesidad de avanzar y mejorar?

De esta predisposición de ánimo y mental depende nuestro rendimiento presente y futuro. Si nuestra mentalidad es positiva: estamos serenos, confiados, trabamos con pasión y convicción, esto nos preparará para adquirir, incluso neuronalmente, nuevos conocimientos y ser más creativos. Nuestra mente hará que seamos conscientes de una nueva realidad donde hay oportunidades no solo para nosotros sino para todos los demás; seremos por tanto más generosos, lo que nos hará, además de desarrollar mejor nuestras cualidades, apreciar las de los demás y potenciarlas.

Es lo que el cirujano y divulgador, Mario Alonso Puig llama “vivir en la ilusión” frente a vivir “en el miedo”. Es nuestra mente la que, si no la dominamos, ante un desafío nos dice que no seremos capaces de adaptarnos y ahonda en nuestras inseguridades, percibiéndonos más “pequeños” de lo que somos y viendo más “hostilidad” a nuestro alrededor de la que realmente hay.

Por el contrario, él propone tener una mentalidad de “océano azul”: conoces el desafío, estás despierto, atento, fuerte, consciente de tus fortalezas, no empequeñecido”.

Ya el eminente científico español Ramón y Cajal hablaba de este concepto: “la neuroplasticidad”. Esta actitud mental de confianza y serenidad, genera nuevas neuronas, si piensas que “nunca es tarde para aprender, para empezar, para reencontrarte con tu grandeza”.

Lo contrario, “mentalidad de océano rojo”, parte del temor y nos lleva a la parálisis, a la desconfianza y al conflicto con los demás y con nosotros mismos. El temor nos hace solo velar por mantener nuestra seguridad y status, mientras que la ilusión nos empuja a ser generosos y emprender.

En este camino también es imprescindible la humildad, perder el miedo a pedir ayuda cuando es necesario y ser conscientes de que cualquier aportación puede ser positiva para lograr un bien común.

Para ilustrar esta mentalidad, Alonso Puig hace referencia a una alegoría de Blas Campos en la que narra como las herramientas de un taller comienzan a discutir, porque exaltan sus defectos, cuando llega el carpintero y usa el martillo, la lija, los clavos, el metro, etc, las herramientas toman consciencia de que han sido capaces de hacer, cuando el carpintero trabaja con sus cualidades, un hermoso mueble. Se dan cuenta de que eso les hace valiosas. Concentrase en la utilidad de sus puntos fuertes, les convierte en un equipo orgulloso de sus fortalezas y orgulloso también de trabajar juntas para desarrollarlas.

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Ambición

Parece claro que tener ambiciones u objetivos, en cualquiera de los ámbitos de la vida, es un hecho que todos deberíamos perseguir.

Se trata de valorarse uno a sí mismo, de darse la oportunidad de intentarlo, de ser perseverantes y, sobre todo, luchar para conseguir lo propuesto. Pero ¿cómo gestionar la persecución de estos objetivos, de la forma más inteligente, para que realmente coincidan con el desarrollo de nuestras capacidades? Esta semana volvemos a buscar luz en el psicólogo Jordan B. Peterson: 

“Determina tus ambiciones incluso si no tienes claro cuál va a ser su contenido exacto. Las mejores ambiciones tienen que ver con el desarrollo del carácter y las propias capacidades, más que con el estatus y el poder. El carácter lo llevas encima allí donde vas y te permite plantar cara a la adversidad. Aproxímate a este objetivo atento a cómo te sientes y mientras lo haces no mientas. Sobre todo no te mientas a ti. Los más importante es que conseguirás la información que le permite a tu objetivo transformarse”.

“Alguien autoritario nunca se pregunta y si la ambición que posee es un error. Si haces que todo tenga como único propósito alcanzar un objetivo, y solo ese objetivo, nunca estarás en condiciones de descubrir si hay otro que te convendría mejor. Eso es lo que sacrificas cuando no dices la verdad. Si en lugar de eso dices la verdad, tus valores se transforman mientras progresas. Si permites que la realidad que se va manifestando te trasmita información a medida que persistes en tu combate, las nociones  que posees de lo que es importante cambiarán. Te reorientarás, a veces de forma gradual,  y en ocasiones repentina y radicalmente”.

Un objetivo

El psicólogo Jordan B. Peterson en su libro 12 reglas para vivir se hace, sin tapujos, las siguientes preguntas:

¿Qué debería hacer hoy? ¿Cómo podría utilizar mi tiempo para que las cosas sean mejores y no peores? Cuestiones a las que da respuestas sin miramientos:

“Arregla lo que puedas arreglar. No seas arrogante. Esfuérzate por ser humilde, porque el orgullo totalitario se manifiesta en la intolerancia”. Y sigue, Peterson es especialista en sacudir las conciencias:

“Sé consciente de tus propios defectos. Examínate tú antes de acusar a los demás. Quizá el mundo no tenga la culpa, quizá la tengas tú, quizá no has estado a la altura, has errado el tiro”. Y concluye:

“Dedica tus esfuerzos a hacer cosas con significado, no aquello que más te convenga en el presente inmediato. Si eres disciplinado y das más importancia al futuro (planificado) que a tu beneficio inmediato puedes cambiar la estructura de la realidad a tu favor, generando ideas. Una idea tiene un objetivo. Una idea quiere algo, plantea una estructura de valores. Una idea cree que aquello a lo que aspira es mejor que lo que tiene ahora.

Un objetivo, una ambición, proporciona la estructura necesaria para actuar. Un objetivo define el progreso y lo convierte en algo emocionante. Así pues tenemos que pensar, planificar, limitar y proponer para poder vivir”.

Es sin duda, la diatriba de Peterson una cura de humildad, un lavado interior y exterior necesario para mejorar, para que, en sus palabras, “las cosas sean mejores y no peores”.

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Vivencias

“Nunca pienso en el futuro. Llega demasiado pronto”. Con esta paradoja, Albert Enstein resolvía uno de los asuntos que más nos atañen en nuestro día a día: enfocarse en el presente y hacerlo a través de nuestras vivencias, es decir, de las experiencias que vivimos en primera persona y van construyendo nuestra identidad tanto emocional como intelectual.

El genio alemán distinguía entre “dejarse vivir”, es decir, no tener iniciativa y asumir las cosas como nos vienen con una actitud conformista, lo que suele conllevar una vida plana y monótona, y, por otro lado, “atreverse a vivir”, esto es, buscar experiencias y ponerse a prueba para avanzar: ponerse en marcha con un sentido. En todo caso, tanto una opción como la otra, son elecciones de vida que cada uno tiene que calibrar libre y conscientemente.

        Para tener experiencias hay que ser valiente (que no temerario), porque cuando uno se atreve a emprender y a adquirir aprendizajes, la aventura puede salir bien o no tan bien, incluso muy mal, pero la paradoja es que sin estas experiencias, sin ese emprendimiento vital (que obviamente tiene un coste) nunca tendremos una vida plena, no creceremos personalmente. Tanto las experiencias positivas como las negativas deben formar parte de nuestro aprendizaje y serán a la postre las que calibren la intensidad de nuestras vidas. “Se hace camino al andar” que decía otro genio, éste de las letras. Y aunque en ocasiones se nos haga duro y no nos apetezca hay que seguir y hacer lo que debemos hacer, aferrados al presente (con la mezcla adecuada de audacia y prudencia) y abiertos a la vida.

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Disfrutar con ello

“Echar pasión a lo que se tiene entre manos, pero hacerlo lúcidamente, sin miedos, disfrutando de tu trabajo o aficiones”. Rafael Santandreu.

Y eso es posible, cuando se es consciente de que lo esencial es lo esencial. Saber muy bien que lo básico es comer, beber y amar la vida y a los demás.

Aprender a ser positivo es una cuestión de esfuerzo y perseverancia. Se basa en el realismo más estricto, porque afirma que las cosas nos pueden ir mal, que muchas veces hay aspectos negativos en nuestra vida, temas por arreglar, pero la diferencia es que nos negamos a ver todo eso como terrible.

        Siempre podemos salir al mundo a construir algo positivo y disfrutar de ello. Esa es una de las claves más importantes, aceptar que los sucesos pueden salir mal, incluso muy mal, pero nunca verlo como algo terrible o completamente desastroso, porque en realidad no lo es.

        Rafael Nadal dice que para mantener su equilibrio mental cuando gana no piensa que es invencible ni cuando pierde que ya está acabado. Ni somos unos genios ni una calamidad. “Cuando estoy jugando mal o me lesiono no me frustro simplemente sigo trabajando aunque me cueste”, dice el astro de Manacor.

        Este estilo de pensamiento reconoce que nos suceden adversidades, pero nos negamos a dramatizar, basándonos en la idea de que necesitamos muy poco para tener lo que realmente es imprescindible.

Fuente: Rafael Santandreu, Las lentillas de la felicidad.

Sosiego

Asignatura para la vida: sosiego

 

 “Si aprendes a sosegarte, aquietarte y aplacarte, mitigando las alteraciones de tu ánimo, las reacciones viscerales y el ímpetu de tu cólera habrás logrado la suprema sabiduría y el mayor bien para ti mismo”.

Se trata de que seas tú quien decida sus actos y sus emociones; que mandes en tu vida y que llegues a la autorrealización personal. Ese autocontrol es la manera más útil e inteligente de manejar tu propio camino.

Frente a este ánimo sosegado y de paz interior se levanta la ira y la cólera propia de las personas arrogantes, desafiantes que lleva a situaciones fuera de control. Así no solo se pierde el orden de tu vida sino también la propia identidad.

 

“Al final el verdadero sabio descubre que las malas formas, los enfados viscerales y las reacciones iracundas nada construyen ni arreglan”.

 

El escritor romano Suetonio nos dejó un mensaje inmortal en dos palabras latinas: Festina lente (“apresúrate con calma”). Pocas habilidades son más necesarias que la calma, el sosiego, la paz interior y la paciencia por lo que el aprendizaje y entrenamiento en las formas correctas, pensadas, con autocontrol y midiendo bien las consecuencias de lo que decimos y hacemos sea una asignatura obligada para la vida.

 

Fuente: Si puedes volar, por qué gatear. Bernabé Tierno

 

 

Sinergia

“Crecen con la unión los pequeños imperios, hundiéndose en la discordia los mayores.”

Padre Mariana

Sinergia.-

  1. f. Acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales.
  2. f. Biol. Concurso activo y concertado de varios órganos para realizar una función.

La sinergia es imprescindible en la sociedad y en cualquier organización, porque se basa en la unión de fuerzas, mentes y voluntades para encarar cualquier tipo de proyecto. Son principios universales que ha ido desarrollando el hombre durante siglos para la superación y el progreso conjunto de la sociedad.

La actitud de una persona sinérgica se distingue en que propicia y promueve la colaboración, el trabajo en equipo, el diálogo y el buen entendimiento para potenciar la concordia. En el lado contrario está la falta de diálogo, de escucha, de aprecio del otro, la carencia de empatía y superación.

Bernabé Tierno.

Fuente: Si puedes volar, por qué gatear. Bernabé Tierno

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Tasación errónea

¿Cómo nos percibimos a nosotros mismos?, ¿está eso relacionado con cómo sentimos, con cómo actuamos y con lo que conseguimos para nosotros y para los demás?

La secuencia consiste en que primero nos convencemos de que somos de una forma determinada y posteriormente actuamos siguiendo dicho patrón. La gran pregunta es: ¿somos realmente así?, ¿o nos estamos dejando guiar por nuestros prejuicios? En este sentido ¿a veces nos podemos convertir en nuestros principales enemigos? ¿Es más cómodo movernos siempre en la etiqueta que nos hemos creado que atrevernos a descubrir de qué somos capaces?

El médico y divulgador Mario Alonso Puig cree que sí, porque si pensamos, sentimos y actuamos “de una forma radicalmente diferente obtendremos necesariamente unos resultados diferentes”. Y continúa; “es una responsabilidad de todos nosotros sacar a flote nuestra verdadera esencia. Lo que más impacto tiene en el ser humano es su nivel de autoestima, es decir lo que nos valoramos, lo que confiamos en nosotros mismos y cómo nos tratamos”.

Lo que sucede es que nos tasamos erróneamente con mucha facilidad y normalmente lo hacemos a la baja. Toda situación difícil es una oportunidad para mostrar nuestro valor y nuestro verdadero potencial. Hay una frase de Albert Enstein que lo resume muy bien: “No podemos resolver nuestros problemas al mismo nivel de pensamiento que los creo”.

Por lo tanto ante los desafíos aguanta, cree en ti mismo. Hay que afianzarnos en lo que somos y desplegar nuestro potencial, por generosidad y grandeza. Los retos en la vida son fundamentales y no hay que huir ante ellos, aunque no nos gusten. Hay que estar presente, no apartarnos. Mario Alonso Puig concluye: “hemos de aprender a querer realmente no lo que queremos, porque nos gusta sino lo que necesitamos aunque no nos guste”.

El propio Alonso sintetiza esta idea en esta frase de Camus: “En medio del caos había dentro de mi una calma invencible, en medio del invierno, un verano invencible, porque no importa lo duro que el mundo empuje en mi contra hay algo más fuerte y mejor que me empuja de vuelta”.

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Interés Compuesto

“Siempre comparamos lo que es con lo que podría ser, siempre tenemos como objetivo lo que podría ser. Pero a veces ese objetivo queda demasiado alto o es demasiado caótico. Así pues acabamos fracasando o vivimos decepcionados”.

 

Este fragmento forma parte de la Regla 4 (“No te compares con otro, compárate con quien eras tú antes”) del libro del pensador Jordan Peterson: 12 reglas para vivir. Propone una fórmula para cómo mejorar, si creemos nos hace falta:

“¿Cómo podemos aprovechar nuestra capacidad imaginativa, nuestra habilidad para mejorar el futuro sin estar permanentemente menospreciando nuestras vidas presentes?

El presente siempre tiene fallos, pero puede que no sea tan importante donde empiezas como la dirección a la que te diriges. Quizá la felicidad se encuentra en el viaje de subida y no en el efímero sentimiento de satisfacción que aguarda en la próxima cumbre.

Una gran parte de la felicidad está compuesta de esperanza. Cuando se la convoca de forma apropiada, la crítica interior señalará algo que hay que poner en orden, algo que querrías poner en orden de forma voluntaria, sin resentimiento, incluso con placer. Pregúntate si en tu vida o tu situación actual hay algún desbarajuste que puedas y quieras arreglar ¿Y podrías hacerlo ahora? Imagínate que eres una persona con la que tienes que sentarte a negociar. Podría decirte, perdona, estoy intentando aliviar una parte del sufrimiento innecesario que hay por aquí y me vendrían bien algo de ayuda. Me gustaría saber si estás dispuesto a hacer algo, quedaría muy agradecido. Pídelo de forma honesta y humilde.

Ponte un objetivo modesto. No hay que empezar cargando mucho peso. Así pues te planteas el siguiente objetivo para el final del día. Y entonces te puedes preguntar ¿Qué podría y querría hacer para conseguirlo y qué pequeña recompensa me gustaría a cambio? Y entonces haces lo que hayas decidido incluso si te sale mal. Y luego te concedes tu pequeña recompensa. Quizá todo te parece una tontería, pero lo haces igual. Y lo vuelves a hacer mañana, al día siguiente y el de después, y poco a poco el listón a partir del cual comparas irá subiendo, y eso es magia. Eso se llama interés compuesto. Hazlo durante 3 años y tu vida será totalmente diferente: lo que te propones determina lo que ves”.

El reto de vivir

La motivación para encarar la vida, para encontrar lo que realmente nos gusta hacer y nos realiza, es algo sobre lo que todos hemos reflexionado alguna vez:  Qué nos hace feliz, qué nos gusta hacer realmente en la vida, qué talante debemos tener ante las dificultades.

Hay que encontrar lo que amas hacer. La única forma de hacer un buen trabajo es amando lo que haces. No se conformen y si no lo han encontrado sigan buscando”. Con esta frase, Steve Jobs, ,creador de Apple, resumía lo que fue el gran motor de su vida: la pasión por lo que haces, elegir lo que realmente te gusta hacer “sin poner excusas para no seguir tu instinto y tu corazón”.

El psicólogo Bernabé Tierno invitaba, en este mismo sentido, a celebrar cada día, a no dejar que nadie nos lo arrebate, siendo conscientes y disfrutando de cada pequeño acto del día: “vive en plenitud ese hoy, aquí y ahora, y no permitas que nadie te lo malogre”.

También, el escritor Albert Espinosa, que padeció un duro cáncer, recuerda la frase que le decía su madre “hospitalaria” cuando perdió una pierna con 14 años: “no existe la felicidad sino ser feliz cada día. Incluso una gran pérdida, tras el duelo necesario, puede ser una ganancia”.

Este talante de continuo crecimiento personal, la pensadora española María Zambrano lo resumía en una frase muy gráfica: la vida es pasar “de lo imposible a lo verdadero”.

Qué sentido tiene, se preguntaba, achicarse ante los retos. Es más provechoso mirarlos al rostro y enfrentarlos de la mejor manera que sea posible. Simplemente decides aceptar los retos que se te presentan con la firme convicción de que tienes las capacidades para lograr superarlos.

El arma secreta

Los proyectos laborales, la relaciones, la alimentación… todo tiene un arma secreta que además está en nuestras manos, el doctor Antonio Escribano lo explica con precisión:

“Para que la voluntad se ponga en marcha hace falta un punto de partida, y ese suele ser tener un motivo. El secreto no está en esperar a los motivos sino en ir a por ellos. Nuestro cerebro tiene que ser una fábrica de motivos.

Cuando no se tiene voluntad se consigue en la vida lo que buenamente cae, pero cuando se tiene o se desarrolla no solo se obtiene lo que nos va a caer, sino muchas cosas que se buscan y con esfuerzo se obtienen. Cualquier momento es bueno para empezar algo. Y lo mejor de todo es que la voluntad se entrena, y cuando no se tiene de fábrica se fabrica, se puede instalar y ejercitar, y una vez que se desarrolla se hace con ella lo que se quiera”.

Antonio Escribano, médico especialista en Endocrinología y Nutrición, profesor de Fisiología humana y del deporte.

La voluntad es atreverte a hacer, a aprender, a mejorar…la voluntad es el motor que te hace continuar y seguir emprendiendo el camino hacia el lugar que decías ir libremente.

 

 

Principio de la atención constructiva

“La alegría no se encuentra en concluir una actividad sino en hacerla”. Marden

Da por hecho que la persona a la que escuchas puede saber algo que tú no sabes

No estamos acostumbrados a valorar el proceso de escuchar en la tarea de comunicación entre los individuos; simplemente 'oímos' y tenemos que volver a la escucha atenta, a la escucha activa.

“El carácter se forja con la dificultad”.

“Para mejorar y conseguir nuestras metas hay que volver a la esencia: la perseverancia, el esfuerzo, el respeto, la disciplina y el sacrificio”.

“Para crecer y mejorar, primero uno ha de dejarse estirar”

“En estos momentos de prueba de inflexión, en los que parece que ya no podemos más, si somos capaces de mantener nuestra confianza, determinación y persistencia, y si, no estamos dispuestos a abandonar, algo nuevo e inesperado va a emerger. Van a emerger nuestra inteligencia y nuestra creatividad.

Obstáculo/oportunidad

“Todo obstáculo en el camino nos invita a persistir para descubrir una oportunidad allí donde parece que solo hay un problema.”