Las relaciones que mantenemos con los demás y con el mundo están determinadas por las que mantenemos con nosotros mismos. Para cambiar a mejor nuestras relaciones, es necesario que cambiemos a mejor nosotros mismos.
Cuando vemos en otra persona algo que no nos gusta, lo que vemos es un ejemplo directo de nosotros, es como mirarse al espejo. Al culpar al otro le cedemos nuestro poder y al cederlo te conviertes en víctima desvalida.
Fuente: Manual de defensa personal contra golpes de la vida.